martes, 4 de febrero de 2014

Una Extremadura sin futuro.

Nos encontramos en una época en la que ser joven es muy difícil, aunque sería mejor decir, nos lo ponen muy difícil. Es cierto, que nos encontramos en una enorme crisis económica y social en la que encontrar trabajo y tener un proyecto de vida es una tarea complicada para todos los colectivos de la sociedad, pero me quiero detener en la parte que más me toca, que es la de los y las jóvenes.
Esta generación es, sin ninguna duda, la mejor formada y más cualificada de la historia reciente en Extremadura. No podemos entender entonces,  que la tasa de desempleo juvenil en nuestra región sea la más alta del país con un 61%. Esta cifra, alarmaría a cualquier gobierno responsable, serio, competente y comprometido con sus jóvenes, pero está claro que nos encontramos ante un gobierno sin alma y remordimientos que se despreocupa de sus jóvenes, sin darse cuenta que de lo que se está despreocupando, es del futuro de Extremadura.
Hablo de futuro porque al hablar de jóvenes es inevitable. Un futuro que se presupone oscuro y gris, ya que cada vez es más visible la marcha de nuestra mejor mano de obra, la más cualificada, fuera de nuestra comunidad en busca de un empleo. Sin duda, esta emigración, tanto interior a comunidades como Madrid o Cataluña como exterior a países como Gran Bretaña o Alemania, no puede ser de ninguna manera beneficiosa para el futuro de nuestra región.
Quiero detenerme en la emigración exterior, y denunciar la retirada de la tarjeta sanitaria a todos aquellos que estando fuera de España, estén 90 días sin cotizar. No entiendo cómo pueden obligar a la emigración por falta de políticas de empleo juvenil a miles de jóvenes, y que aún así recorten por ello en la cobertura sanitaria. No son jóvenes aventureros, sino jóvenes que han tenido que irse de su tierra, sin que muchas y muchos lo desearán, a buscar una oportunidad que aquí no ofrecen.
Con todo esto, lo único que saco en claro, es que esta derecha rancia y ultraconservadora solo quiere el dinero de los contribuyentes para llenarse los bolsillos y tener así el poder económico, judicial y político para recortarnos en derechos y volver a sentirse cómodos como en esos “40 años de paz”.
Quisiera acabar, llamando a la ciudadanía a luchar por lo que es suyo, por sus derechos, a salir a la calle y hacerles ver a estos demócratas disfrazados que no pueden seguir mintiendo y falseando a sus anchas.

José Carlos Sánchez Esquiliche

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