La aprobación de la Ley de
Memoria Histórica, en diciembre de 2007, abrió una nueva etapa en la reparación
y reconocimiento de las víctimas de la Guerra Civil y el Franquismo.
Muchas fueron las personas, todas
inocentes, las que perdieron su vida de un modo cruel y sanguinario: menores,
jóvenes y ancianos. Muchos luchaban por sus ideales y otros, cayeron víctimas
por culpa de la envidia, de las disputas por tierras, por enfrentamiento entre
los hijos de vecinos.
Más de quinientos dombenitenses
perecieron por culpa de una injusta guerra, una guerra provocada por el ansia
de unos pocos de obtener poder y riqueza, por desmantelar un gobierno español
elegido democráticamente por el pueblo.
Dicen que en las familias, el
interés por aquellos que perdieron injustamente sus vidas, se salta una
generación familiar. En mi caso se cumple. Mis abuelos paternos, provenientes
de una familia humilde, “del campo”, perdieron a sus padres. Solo mi abuelo
vive y él, al igual que yo, somos los únicos interesados por nuestros
familiares fusilados vilmente.
La generación de mi padre y tíos
prefieren mirar a otro lado, dicen “hay que dejar a los muertos de la guerra en
paz”. Pero ¿Qué paz?. No se encuentran en el cementerio, no se puede ir a
visitar sus tumbas; quien sabe donde reposaran sus cuerpos, en cunetas o fosas
comunes, tirados como perros…
La Iglesia Católica quiere
olvidar, pero no debemos permitírselo. Fueron tan culpables como el genocida
que ocupo de forma ilegal y dictatorial el poder. La Iglesia miró hacia otro
lado, dando a la Guerra Civil el simbolismo de “Cruzada”.
Fueron unas palabras del General
Mola las que dieron comienzo a la sangrienta matanza: “Ha de advertirse a los
tímidos y vacilantes, que el que no esté con nosotros, está contra nosotros, y
que como enemigo será tratado. Para los compañeros que no son compañeros, el
movimiento triunfante será inexorable”.
Fu el 24 de Julio de 1938 cuando
el bando nacionalista entró triunfante en la Ciudad de Don Benito. Muchos
sufrieron la represión, tanto republicana como nacional, por sus cargos, su
afiliación política o por su significación en la vida política o social de la
Ciudad en el pasado o entonces presente. Muchos fueron asesinados vilmente por
su profesión, sus posesiones, sus vinculaciones familiares e incluso, como ya
he dicho, por simple envidia entre vecinos.
La muerte, la prisión, el
destierro y el exilio fueron las únicas posibilidades que la venganza
franquista concedió a los dombenitenses destacados en cualquier ámbito durante
el periodo republicano.
Los versos que el soldado Pascual
Gómez escribió a la Unión de Muchachos Libres de Don Benito reflejan la
mentalidad popular de entonces.
Por culpa de unos tiranos,
que ha España han hecho traición,
nos matamos, todos hermanos,
con el fusil y el cañón.
El clero se ha equivocado,
él mismo pisa su cruz,
y por eso el proletariado,
ni cree en Dios, ni en Jesús.
Así que fuertes cada uno,
en su sitio para la liberación
y la emancipación de España”
Yo, por aquellos familiares que
perecieron injustamente, y todos por todos los demás fusilados en nuestras
ciudades y pueblos, debemos luchar por rehabilitar sus nombres. Luchar para que
un gobierno fascista como el actual, no derogue la Ley de Memoria Histórica. Ellos
quieren olvidar, nosotros debemos impedírselo.
En Memoria de mis familiares y parientes: Antonio Cortés Sánchez,
Francisca Cortés Sánchez, Paula Lozano Chaparro, José Menea Nieto, Francisca
Sánchez González, María Cristina Sánchez González, Manuel Parejo Bahamonde, Justo
Vallejo González, Antonio Casado Morcillo, Juan Casado Morcillo, Diego Casado
Morcillo… Requiescet In Ubi
Sitis.
Daniel Cortés González
(@danicortesglez)
Secretario de Organización
de JJSS Don Benito
Presidente Asociación Torre
Isunza (@torreisunza)
Investigador, escritor,
articulista
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