viernes, 8 de marzo de 2013

No nos olvidemos de los que quieren que olvidemos


La aprobación de la Ley de Memoria Histórica, en diciembre de 2007, abrió una nueva etapa en la reparación y reconocimiento de las víctimas de la Guerra Civil y el Franquismo.
Muchas fueron las personas, todas inocentes, las que perdieron su vida de un modo cruel y sanguinario: menores, jóvenes y ancianos. Muchos luchaban por sus ideales y otros, cayeron víctimas por culpa de la envidia, de las disputas por tierras, por enfrentamiento entre los hijos de vecinos.
Más de quinientos dombenitenses perecieron por culpa de una injusta guerra, una guerra provocada por el ansia de unos pocos de obtener poder y riqueza, por desmantelar un gobierno español elegido democráticamente por el pueblo.
Dicen que en las familias, el interés por aquellos que perdieron injustamente sus vidas, se salta una generación familiar. En mi caso se cumple. Mis abuelos paternos, provenientes de una familia humilde, “del campo”, perdieron a sus padres. Solo mi abuelo vive y él, al igual que yo, somos los únicos interesados por nuestros familiares fusilados vilmente.
La generación de mi padre y tíos prefieren mirar a otro lado, dicen “hay que dejar a los muertos de la guerra en paz”. Pero ¿Qué paz?. No se encuentran en el cementerio, no se puede ir a visitar sus tumbas; quien sabe donde reposaran sus cuerpos, en cunetas o fosas comunes, tirados como perros…
La Iglesia Católica quiere olvidar, pero no debemos permitírselo. Fueron tan culpables como el genocida que ocupo de forma ilegal y dictatorial el poder. La Iglesia miró hacia otro lado, dando a la Guerra Civil el simbolismo de “Cruzada”.
Fueron unas palabras del General Mola las que dieron comienzo a la sangrienta matanza: “Ha de advertirse a los tímidos y vacilantes, que el que no esté con nosotros, está contra nosotros, y que como enemigo será tratado. Para los compañeros que no son compañeros, el movimiento triunfante será inexorable”.
Fu el 24 de Julio de 1938 cuando el bando nacionalista entró triunfante en la Ciudad de Don Benito. Muchos sufrieron la represión, tanto republicana como nacional, por sus cargos, su afiliación política o por su significación en la vida política o social de la Ciudad en el pasado o entonces presente. Muchos fueron asesinados vilmente por su profesión, sus posesiones, sus vinculaciones familiares e incluso, como ya he dicho, por simple envidia entre vecinos.
La muerte, la prisión, el destierro y el exilio fueron las únicas posibilidades que la venganza franquista concedió a los dombenitenses destacados en cualquier ámbito durante el periodo republicano.
Los versos que el soldado Pascual Gómez escribió a la Unión de Muchachos Libres de Don Benito reflejan la mentalidad popular de entonces.

Por culpa de unos tiranos,
que ha España han hecho traición,
nos matamos, todos hermanos,
con el fusil y el cañón.

El clero se ha equivocado,
él mismo pisa su cruz,
y por eso el proletariado,
ni cree en Dios, ni en Jesús.

Así que fuertes cada uno,
en su sitio para la liberación
y la emancipación de España”

Yo, por aquellos familiares que perecieron injustamente, y todos por todos los demás fusilados en nuestras ciudades y pueblos, debemos luchar por rehabilitar sus nombres. Luchar para que un gobierno fascista como el actual, no derogue la Ley de Memoria Histórica. Ellos quieren olvidar, nosotros debemos impedírselo.
En Memoria de mis familiares y parientes: Antonio Cortés Sánchez, Francisca Cortés Sánchez, Paula Lozano Chaparro, José Menea Nieto, Francisca Sánchez González, María Cristina Sánchez González, Manuel Parejo Bahamonde, Justo Vallejo González, Antonio Casado Morcillo, Juan Casado Morcillo, Diego Casado Morcillo… Requiescet In Ubi Sitis.

Daniel Cortés González (@danicortesglez)
Secretario de Organización de JJSS Don Benito
Presidente Asociación Torre Isunza (@torreisunza)
Investigador, escritor, articulista

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