domingo, 3 de febrero de 2013

La dignidad de la política.


Quizás el título que he decidido poner a esta pequeña reflexión llame la atención de muchas de las personas que tengan la ocasión de echarlo un vistazo y seguro, viendo lo que vemos y escuchando lo que escuchamos a diario, no les falten razones para ello.

La política, y porqué no decirlo, los políticos, se hayan en una verdadera situación de descrédito y desafección social que nos tiene que llevar, sin lugar a dudas, a llevar a cabo una profunda reflexión para poder recuperar la confianza de los ciudadanos.

Creo que la política debería recuperar algunos de los “valores románticos” que desgraciadamente se han ido abandonando con el paso del tiempo y que dotaban de dignidad sobre todo a quienes se dedicaban a ella. No quiero que se me malinterprete y se tienda a pensar que estoy proponiendo aquí recuperar el pasado. Lo que propongo y planteo es recuperar algunos de los valores y preceptos que considero imprescindibles para cualquier persona que tenga responsabilidades políticas y recuperarlos adaptados por supuesto a los tiempo actuales.

Se cometió el error de supeditar las decisiones políticas a la voluntad de la economía y de otorgar demasiado poder y capacidad de influencia a los medios de comunicación, relegando la voluntad de los ciudadanos y su capacidad de decisión a un inexplicable segundo plano. La política ha entrado en el juego del marketing, de lo mediocre, de lo banal, abandonando lo fundamental y lo profundo a un segundo orden de importancia. Los discursos políticos se han adaptado a los intereses de los medios de comunicación, han entrado en el juego de la propaganda, de lo fugaz y lo inmediato renunciando a su verdadera finalidad que no es otra que la transformación de la sociedad y la consecución de un mundo mejor. Los políticos actuales se asemejan más a actores de comedia que a personas capaces de mejorar la situación de los ciudadanos. Se ha sustituido descaradamente el fin constructivo de la política como herramienta capaz de alcanzar el progreso humano con un inaceptable fin destructivo.

Esta es la opinión de un humilde ciudadano de veintiséis años que aún cree en la POLÍTICA con mayúscula, en esa en la que se elaboraban Leyes que ayudaban a conseguir una España mejor, más solidaria y más justa y en esa en la que los políticos eran personas honradas y respetables que decían cosas interesantes y que a todo el mundo interesaban. Esa es la política que debemos recuperar y esa es la política que merecen los ciudadanos de este querido país. Estoy seguro de que mi partido, el PSOE ya está trabajando en ello.

                                                                                                                            Felipe Redondo Milara.

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